Un experto del Derecho de familias debe ser un profesional con un alto estándar ético y hacer confiar a sus clientes, dado que de ese modo se pueden aumentar la probabilidad de triunfar en las disputas legales.

La conexión entre un cliente y su abogado es esencial.

El abogado será un tipo de mediador que dentro de sus habilidades cuenta con la discreción y prudencia, dado que la documentación proporcionada por los clientes tiene que ser secreta.

Excepto cuando se tenga que exponer frente a un tribunal algún incidente, no es apropiado de ninguna manera que se ventilen historias o vivencias que se hayan compartido con los abogados de familia.

También es fundamental que sea un ser comprensivo, esto es, que tenga la capacidad para ponerse en la posición de sus clientes y del resto de personas envueltas en un caso que tenga a su cargo.

De ese modo, este será capaz de averiguar cuáles son las mejores alternativas cuando vaya a crear una defensa o llevar a cabo algún trámite legal, siendo importante que pueda ser objetivo sin implicarse de manera emocional.
El abogado podría perder la perspectiva objetiva que se necesita para poder estudiar las circunstancias presentadas desde diferentes enfoques y ángulos.

Más bien, debe valerse de toda la información que pueda reunir con el fin de crear un correcto proceso legal.

El abogado de familia es un profesional que aparte de su título en Derecho, también cuenta con un máster en derecho familiar y debe colegiarse luego de aprobar el correspondiente examen para trabajar en esta área en particular.